10 de diciembre de 2013

La palabra correcta

E lenguaje puede ser al mismo tiempo nuestro mejor aliado y nuestro peor enemigo. Cuando hablamos de cosas que son susceptibles de ser polémicas, esto es mucho más cierto que en casos comunes. Pero a todos nos ha pasado usar una palabra en un contexto inadecuado, o con una acepción que otro no ha entendido. Todos hemos vivido en un momento y otro un lío por un malentendido.

Por eso llevo mucho tiempo preocupada por la definición de los términos. Cuáles usar, dónde usarlos... Y la verdad, aún no he llegado a ninguna conclusión. El lenguaje es algo fluido, dinámico, y el entendimiento depende tanto de emisor como de receptor. En resumen, que es complicado.

Los paganos llevamos usando ciertas palabras un periodo de tiempo muy corto, y hemos dado significados nuevos a algunas, reclamado otras y obviado unas cuantas. Eso complica las cosas un poquito más.

Ni siquiera nos ponemos de acuerdo en qué significa y a qué  nos referimos con la palabra "pagano". Hace ya bastantes años una persona a la que tengo muchísimo aprecio en una conversación informal y humorísiticamente que si ciertas personas se empezaban a llamar paganos, sentía la tentación de buscar otra palabra para autodefinirse. Hasta ese punto podemos estar en desacuerdo unos con otros con lo que significa o no una palabra. Y de las sencillas.

En qué líos podemos meternos con el uso de otras palabras como "chakra", "deva", "karma", "ángel"... o incluso con "elemento", "elemental", "esotérico", "energía" o "bruja". Algunas son palabras extranjeras, que pertenecen a otras culturas y sistemas de creencias y cuya adaptación a occidente es problemática. Otras llevan bastante tiempo en occidente, y tienen unos significados muy arraigados en la cultura que intentamos cambiar. Otras, simplemente tienen un significado distinto para mi del que tienen para otras personas.

Muchas veces yo utilizo estas palabras como una forma de acortar otras largas explicaciones. De ahorrarme mi teología personal en pro de un entendimiento incompleto pero posible. Sin embargo, esto me hace plantearme constantemente si estoy tergiversando la verdad sobre qué soy, quién soy y en qué creo.

El lenguaje es mi aliado y también es mi enemigo. Porque es flexible, adaptable, y depende de todos de tal manera, que es incontrolable. Y la manía de controlarlo al detalle tal vez no sea tan buena idea.




2 comentarios:

  1. Concuerdo. Siempre he considerado que (dentro de unos límites aceptables: no vamos a llamar silla a la mesa) la terminología, y en especial la moderna o no-absoluta, ha de servir al proceso comunicativo.
    A mí me gusta llamarlo “No ponerse picajoso si le has entendido perfectamente”

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