24 de febrero de 2014

La pérdida

La vida tiene una constante que no puede ser esquivada por mucho que nos concentremos en obviarla y olvidarla: acaba en muerte, en pérdida.

Culturalmente hemos olvidado la pérdida. Vivimos ganando, considerando que lo único que puede hacerse es crecer, tener más, ser más. Apartamos a las personas que no crecen, a lo que se hace decrépito. Apartamos a nuestros ancianos, a nuestros enfermos y a aquellos que "pierden". Es más, hacemos que se aparten a sí mismos. Es triste, pero es como funciona la cultura en la que hemos crecido.

Por todo ello, no estamos acostumbrados a perder. Y sin embargo la pérdida nos llega una y otra vez. Podemos perder un trabajo, una relación, un ser querido... y normalmente no estamos listos para reaccionar a ello.

Normalmente se dice que todo proceso de pérdida requiere un duelo, que consta de cinco fases: negación, ira (en ocasiones indiferencia), negociación, dolor emocional y aceptación. Pasamos por esas fases con la ayuda de las herramientas que tenemos: nuestra personalidad y capacidad de resilencia, nuestras experiencias anteriores y nuestras creencias.

Hasta cierto punto es labor de cada tradición religiosa el ayudarnos, si no con apoyo externo al menos con el apoyo de la propia creencia, a superar los traumas de la pérdida. Como paganos, somos vitalistas y al tiempo rendimos culto a los ancianos y la propia muerte. Al menos, lo hacemos en teoría. Supongo que no somos en este país un grupo lo suficientemente mayor o lo suficientemente grande como para tener una experiencia amplia y real a este respecto. Lo cierto es que creo que no estamos acostumbrados a enfocar la pérdida. Al menos aún no.


En mi caso, acabo de perder un bebé. Ya llevaba un tiempo embarazada y tenía mucha ilusión por tenerlo, pero la situación ha sido como ha sido, y no había más opciones. Cuando se lo dije a algunos de mis allegados sus comentarios de ánimo incluían cosas como: "es el destino", "los dioses te están diciendo algo" o "los dioses son sabios, eso es que no era el momento" e incluso "ahora tu bebé está esperando el momento para nacer de ti, tu tranquila". Entiendo que era la forma de ayudarme que ellos tenían. Y lo agradezco. Pero para mí, esas palabras están tan vacías como otras que puedan venir de otras religiones. Sencillamente, tengo unas creencias que no coinciden con las que la mayor parte de la gente (incluyendo amigos muy íntimos) creen.

Sinceramente, creo que el bebé que he perdido no era mío. No aún. Era tal vez una promesa, pero no algo tenido. Y en mi creencia, esa diferencia tiene una gran importancia. Sí. Tengo las manos vacías y es algo triste. Pero estas manos vacías están dispuestas para llenarse más pronto o más tarde. Y mientas tanto, listas para ocuparse en los menesteres que se me ocurra.

Perder es un proceso que ocurre constantemente, en la sombra. Y también lo es recuperarse. Ambas cosas son relevantes hitos personales y espirituales que conviene tener presentes.

7 de febrero de 2014

Compasión

Una breve nota personal.

A todos nos tocan momentos altos y bajos en la vida. A veces, más de las que creemos, vivimos pruebas. En algunas ocasiones son duras pruebas que según creo nos preparan para momentos de felicidad venideros. Pero mientras tanto, son tragedias.

Cuando encontréis a alguien que está pasando por una tragedia, sentiréis compasión. Probablemente, esa persona se merece vuestra compasión. Pero antes de lanzaros a ello, preguntaros si esa persona necesita vuestra compasión.

Porque la compasión puede llegar a ser un veneno para los demás. Un veneno para nosotros mismos. Como un medicamento, puede ayudar o puede matar. Así que pensad en la diferencia entre dejar claro que os importa, y llenar la vida de otro de compasión bienintencionada.

4 de febrero de 2014

Comunidad

Este no es un post amable. Lo aviso de antemano, por si alguien quiere desistir de leer antes de nada.

Comunidad pagana española es algo que todos deseamos de alguna manera... y que algunos sabemos que no existe. Al menos, de momento. Lo que hay son muchas personas sueltas, con relaciones personales más o menos complicadas u armoniosas. Lo que hay es una dinámica social basada la mayor parte de las veces en el conflicto y la necesidad personal de estar por encima de otro.  Lo que hay es muchas personas que, aunque no nos guste reconocerlo, somos (sí, somos) inseguros, inmaduros y necesitados.

¿Por qué es tan dificil llevarnos bien? En parte por que tenemos los defectos antes mencionados, en parte por otras cuestiones.

Individualismo.

Somos individualistas. Hemos crecido en una sociedad individualista, donde aprovecharse de los demás o depreciar a los demás es la forma normalizada de comportamiento y desarrollo dentro de la misma sociedad. Y aunque nos llenemos la boca con que nuestras tradiciones vienen de culturas que no eran así, con que somos asamblearios, igualitarios, etc... seguimos siendo occidentales modernos. No nos gusta reconocerlo. No queremos verlo cuando ponemos por delante nuestro idealismo ante la realidad.

Vivimos inmersos en un lenguaje del yo. Yo pienso, yo deseo, yo quiero, yo busco. Es una característica muy humana, porque aunque somos sociales, también estamos diseñados para buscar la ventaja individual. Así que olvidamos que la ventaja de grupo puede ser la mayor baza que tenemos.

Expectativas.

Somos seres sociales que buscan comprensión. Incluso siendo individualistas, buscamos que nos acepten, comprendan y quieran como el aire que respiramos. Lo normal es que entremos en contacto con otros paganos y digamos: "¡Bien! ¡Al fin gente como yo!". Y nos molesta que esto no sea cierto.

Esperamos de otros paganos todas  las buenas características que desariamos tener nosotros, y además alguna extra que sabemos que no tenemos. Queremos que todo sea comprensión, paz, armonía...

La realidad es que los paganos somos personas. Tenemos luces y sombras. Y somos muy distintos entre nosotros, no sólo en lo que creemos y hacemos, si no en quiénes y como somos. Es una base para llevarse bien aceptar que las diferencias existen, y que no necesitamos que dejen de existir. No hay mayor fuente de conflicto que una voluntad intentando cambiar a otra.

Trabajo social.

España es un país en el que el voluntariado de base, el trabajo social y comunal de las distintas iglesias y la labor silenciosa en pro de toda la sociedad no enraiza muy bien. Los que se dedican a estas cosas efectuan sus programas en gran parte mirando que los recursos que tienen salgan de la administración pública. Es como está configurado el país, y es como está configurada la gente.
Hay países en los que si se quiere sacar adelante un programa de ayuda social, más vale recurrir a una iglesia fuerte que se vuelque en las necesidades de proximidad. España no es así. Y por eso nos cuesta tanto pensar en que la comunidad pagana debería ser un soporte, una red de ayuda etc.
Pero si quieres una comunidad, lo que necesitas es trabajo en grupo, devolviendo a la sociedad, o mejorandola. Si quieres una comunidad necesitas ayuda mutua. Y mientras no podamos hacer esto, aunque entre nosotros haya mucha gente maravillosa, de ese tipo al que no le importa llegar tarde al médico o al trabajo por hacer un pequeño favor a un desconocido que lo necesita, no podremos construir realmente comunidad.