23 de mayo de 2014

Distancia

Hace mucho tiempo empecé un camino.

Todo en esta vida es un camino. Este blog lo es y lo era, la propia vida es un gran camino sin final ni apeadero.

Yo me refiero a un camino en concreto. Uno extraño. Un camino a través del cual hice muchas cosas, y experimenté muchas cosas. Cosas que son y no son iguales a las de tantos otros. Cosas a través de las que he aprendido que la igualdad entre las percepciones es una ilusión a la que nos aferramos para no sentir la distancia.

Porque aunque a través del camino podemos experimentar la falta de barreras y la unidad, lo cierto es que vivimos en distancia. Únicos. Aislados.
Nos acercamos aquí y allí a quienes nos parecen conocidos y similares. Pero la distancia continúa.

Vivimos obsesionados con la hermandad, la unidad, la completitud. Con el todo y la trascendencia que el todo conlleva. Buscamos caminos ascendentes. Pero lo cierto es que debemos bajar.

En mi extraño camino, pasé por experiencias que me hicieron cambiar el punto de vista sobre lo que conocía como la realidad. Mi mente pudo ser unos centímetros más alta, observar unos palmos por detrás de mi hombro. La distancia es algo orgánico, cuando se camina.